pueblos y comunidades indígenas – #SinMiedoaSer https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser Una campaña por un país libre de violencias, incluyente y seguro para todas las personas. Terminemos con todas las formas de discriminación y violencia. No las generes, no las toleres, no te calles. Sun, 15 May 2022 16:06:48 +0000 es hourly 1 https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/wp-content/uploads/2021/12/cropped-SinMiedoaSer_Logo_Color-32x32.png pueblos y comunidades indígenas – #SinMiedoaSer https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser 32 32 Mijane Jiménez Salinas https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/mijane-jimenez-salinas/ Sun, 21 Nov 2021 23:09:50 +0000 http://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/?p=1092

Existiendo, resistiendo y transformando. A Mijane le encanta disfrutar del ir y venir de las olas, la sonrisa de la pequeña Lía Zulaikha, su hija, y gozar de su ternura y cariño. Disfruta de la convivencia con personas con las que comparte pensamientos y compromisos, reencontrarse con amigas y amigos e ir a bailar, escuchar música, escribir, y relacionarse con personas nuevas. Indiscutiblemente, le gusta el sabor de un buen mezcal guerrerense.

Sueña con un mundo libre de racismo y machismo, en donde el diálogo intergeneracional respetuoso, sea la base para compartir conocimientos, que las infancias se vean representadas y reivindiquen sus identidades interculturales y de género y que puedan vivir en un ambiente libre de violencia. Su propósito es construir y aportar lo que esté a su alcance para que esto sea una realidad y dejar un mundo mejor del que se encontró.

Mijane Jiménez Salinas es una mujer afromexicana de 32 años, madre, líder, activista y defensora de los Derechos Humanos de las niñas, adolescentes y jóvenes afromexicanas.

Una de las cosas más importantes en su vida es construir colectivas afrodescendientes desde el amor y el reconocimiento a todas y cada una de las mujeres que han aportado a su lucha individual y colectiva: desde la madre que la concibió hasta la hija que la hizo echar una mirada a su discurso adultocentrista.

Se siente orgullosa de haber generado acciones afirmativas para el pueblo afromexicano, de que el resto sus compañeros y compañeras puedan disfrutar de ello y, sobre todo, de crear cambios colectivos a través de las luchas ganadas. “Es necesario que las generaciones que vienen no sufran lo mismo que yo, debería de haber algún momento en el cuál dejemos de exigir lo que nos corresponde por justicia jurídica y social”.

Algo que la entristece enormemente es “la falta de reconocimiento del caminar; que nosotras, nosotros, nosotres nos obstaculicemos dentro del movimiento social, pues esto permite que existan luchas de egos. Cuando el patriarcado y el racismo llevan la delantera, de repente se nos olvida que eso es lo que tenemos que vencer”.

Vive enamorada de la vida y de su tierra. Disfruta cada una de las fiestas y tradiciones; revive a sus muertos cada dos de noviembre con la danza de los diablos frente a su ofrenda recordando momentos que compartió en vida con su padre, su abuelo y amigos. Le encanta la fiesta del señor Santiago Apóstol, ver la alegría en el pueblo y, sobre todo, recibir visitas y “compartir un poco de lo que tengo”.

“Yo no sé si he llegado lejos, lo que sí sé es que por lo menos, aunque mal pronunciado, conocen mi nombre y saben que en Cuajinicuilapa hay una mujer afromexicana que está existiendo y resistiendo”.

Siempre ha dicho que sus padres, el andar colectivo en el movimiento afromexicano, Martha Sánchez Néstor, sus hermanas, su hija, las mujeres que se ha encontrado y con la hermandad y la juventud de los compañeros de la Red Nacional de Juventudes Afromexicanas y la colectiva Binacional AfroPoderosas, espacio que construyeron mujeres jóvenes afrodescendientes, le han permitido seguir y son parte de su formación y de cada una de las transformaciones que ha tenido.

Mijane se ha enfrentado al racismo histórico y estructural por parte del estado y de la sociedad. Cree que el que la historia de sus ancestras y ancestros no sea contada tal y cómo es, demuestra una falta de reivindicación por lo sufrido en el pasado y lo que provoca que hasta el día de hoy, le sigan negado y cuestionando su identidad. Desde los 14 años ha sufrido acoso sexual, ha vivido violencia política en razón de género, le han decomisado la máscara de los diablos en el aeropuerto por desconocimiento de la pluriculturalidad de México -“una de las danzas más importantes de mi vida”- entre muchos episodios más. Por eso cada día busca un cambio.

“La escucha y reflexión efectiva deben un parteaguas para toda la sociedad y las mujeres afromexicanas no somos un invento, moda o artículo sexual, somos parte de la diversidad de México, queremos una vida, crianza, educación y salud digna; las mujeres negras no sólo estamos en la costa chica de Guerrero y Oaxaca, estamos en lugares diversos. Es tiempo de reflexionar el racismo normalizado que existe en este país, en dónde nos mintieron al decir que todos, todas, todes somos mestizos, indígenas o españoles, la historia la estamos reescribiendo y en ese andar, tú también puedes formar parte de ello. La búsqueda de nuestras raíces a veces no es tan amorosa, sin embargo, es sumamente necesaria para saber a dónde dirigimos nuestra bondad.”

Tú puedes ayudar a construir una sociedad en la que vivamos sin miedo a ser quienes somos. Un México incluyente, en el que nadie pueda matar nuestros sueños con su odio. Un país seguro para todas las personas.

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Yeni Lara https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/yeni-lara/ Sun, 21 Nov 2021 23:09:42 +0000 http://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/?p=1091

La que siembra esperanza. Yeni vive en una pequeña comunidad llamada Huejotengo. Disfruta levantarse todos los días y apreciar la salida del sol sobre la punta de los árboles de aguacate que abundan en su hogar, porque le recuerdan la importancia de sembrar. Le gusta mantener la armonía en su familia y hacer sentir a su padres orgullosos de la mujer que criaron con valores y con el deseo de hacer más de lo que se puede. Aprecia una buena charla con las amigas, llenarse de buena vibra abrazando un árbol, disfrutar que aún tiene a sus padres y apoyar a quien lo necesita. Disfruta su voluntariado en la Cruz Roja porque la hace sentirse viva.

Yeni siembra semillas de cambio con las mujeres que le rodean y quiere hacerlo con aquellas a las que aún no ha podido llegar.

Su coraje y fuerza, que, como a muchas mujeres les sucede, habían permanecido silenciados por la violencia machista, emergieron tras el sismo del 2017. Al ver la falta de respuesta de las autoridades y las necesidades que había a su alrededor, organizó junto con otras personas de su comunidad un albergue y centro de acopio. Ahí conoció a grandes mujeres con las que aún se acompaña en el camino para lograr sus sueños.

Es una mujer fuerte, guerrera, resiliente, que aprendió a vivir con libertad. Ella busca que otras mujeres también se sientan libres para vivir sin miedo; que puedan desdoblar sus alas -muchas de ellas fueron lastimadas-, y volar en búsqueda de la felicidad. 

Uno de sus más grandes sueños es crear un mundo diferente para Iney, su hijo. Un mundo en donde todas las mujeres se puedan sentir plenas, seguras y orgullosas de lo que son… en el que se respeten sus derechos. “Quiero un mundo en el que las desigualdades sociales, raciales y de género no marquen la vida de Iney, en donde él pueda tener decisión sobre su cuerpo sin que nadie le imponga nada y en el que aprenda a valorar a la mujer como un ser igual y con un amor profundo. Que siga con la causa, defendiendo los ideales como su madre.” 

Con su hijo ha aprendido que el amor puede tomar otra forma. Él es su motor.

Algo que hoy Yeni lamenta es que a pesar de vivir en un lugar hermoso, en donde “los paisajes pintorescos no tienen igual”, con el volcán Popocatépetl como su guardián, las desigualdades y el rezago social de su pueblo continúan. “No hemos podido detener las creencias que sostienen que las mujeres somos un objeto. Esto influye en la falta de oportunidades para nosotras y en continuar un círculo vicioso de dolor que causa mucha infelicidad.”

Yeni ha vivido una lucha interna: “al sentirme excluida de la sociedad donde crecí, siempre pensé que yo era la que estaba en un error, pero en el transcurso de mi vida me encontré a muchas mujeres “raras” y “locas” que no dejaron que matara mis ideas; me llenaron de conocimientos y herramientas. He tenido la fortuna de encontrarme con hombres como mi pareja Feli, que ha sabido respetarme y me ha acompañado con amor. Incluso, soy afortunada de tener un amigo como Cori, con ideales feministas, que los defiende de tal forma que me hizo comprender que el ser mujer no es solo cuestión de sexo.”

Yeni hoy se siente muy agradecida con todas las personas que la han motivado y ayudado en el camino, como su mamá Eduarda y sus hermanas del colectivo Nepanyotl Cihuatl.

Uno de sus más grandes sueños es crear un mundo diferente para Iney, su hijo. Un mundo en donde todas las mujeres se puedan sentir plenas, seguras y orgullosas de lo que son… en el que se respeten sus derechos. “Quiero un mundo en el que las desigualdades sociales, raciales y de género no marquen la vida de Iney, en donde él pueda tener decisión sobre su cuerpo sin que nadie le imponga nada y en el que aprenda a valorar a la mujer como un ser igual y con un amor profundo. Que siga con la causa, defendiendo los ideales como su madre.” 

Hoy Yeni se siente orgullosa de la mujer en  la que se ha convertido: que de ser una niña miedosa, incomprendida y catalogada en una sociedad machista como loca, machorra, rara que tenía lleno el corazón de frustración y rabia, decidió enfocarse en buscar un camino que la regresara a la libertad de encontrar su pasión: ayudar a quien lo necesita.

“Es urgente cimentar el camino hacia una nueva forma de vida, en la que las mujeres estén en igualdad de condiciones que los hombres. Aprender a caminar de la mano y no atrás del otro, para dejar un futuro más amigable para las próximas generaciones.”

Tú puedes ayudar a construir una sociedad en la que vivamos sin miedo a ser quienes somos. Un México incluyente, en el que nadie pueda matar nuestros sueños con su odio. Un país seguro para todas las personas.

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Nadia Maciel Paulino https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/nadia-maciel-paulino/ Sun, 21 Nov 2021 23:09:33 +0000 http://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/?p=1090

Hilando nuevas realidades. Nadia es una mujer que disfruta de la vida, viajar, conocer a más mujeres -todas diversas y en distintas direcciones-, subir al cerro más alto y mirar el verde las hojas de los árboles, oler la tierra mojada y escuchar el canto de las aves, para sentir que no estamos solas en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Le gusta reír a carcajadas con una buena compañía. Ella teje redes desde las comunidades más alejadas. “Mi papá me decía: cuando te mueras no te vas a llevar nada más que la satisfacción de haber conocido muchas personas y lugares, viaja mientras puedas.”

Nadia Maciel Paulino tiene 39 años. Nació en el pueblo de San Martin Tixtlancingo, municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, México. Orgullosa de tener raíces nahuas y de ser mujer, le entristece que haya mucha violencia contra las mujeres y niñas.

Durante toda su vida se ha enfrentado a todos los tipos y formas de violencia. Ha aprendido a defenderse y llorar para limpiar el alma y continuar su camino. Para ella es importante  sembrar y cosechar más oportunidades para las mujeres y niñas e hilar nuevas realidades para las próximas generaciones. 

Por eso es activista, feminista, defensora de derechos humanos, en especial de los derechos sexuales y reproductivos. Sueña con un mundo más justo y equitativo, donde mujeres y hombres puedan andar por los mismos caminos, en un ambiente de armonía, respeto y sin miedo a ser. 

Es una mujer fuerte, guerrera, resiliente, que aprendió a vivir con libertad. Ella busca que otras mujeres también se sientan libres para vivir sin miedo; que puedan desdoblar sus alas -muchas de ellas fueron lastimadas-, y volar en búsqueda de la felicidad. 

En el movimiento de mujeres indígenas a las primeras que conoció y sus referentes son Martha Sánchez Néstor, Felicitas Martínez Solano y Libni Iracema Dircio Chautla. En el movimiento amplio de mujeres, Carmen Gardea Fajardo, María Luisa Garfias Marín, Emma Cerón Díaz y Olimpia Jaimes. Le han acompañado en su camino y luchas: la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, la Red de Promotoras y promotores de la ddeser Acapulco y Fondo Semillas. Con la REMJINA se convirtieron en familia por elección. Iniciaron un trabajo por los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos y se convirtieron en hermanas del alma.

Las compañeras de la Casa de la Mujer Indígena del Cerro del Carrizo la adoptaron como parte de su pueblo. Ha caminado con la Casa de Salud Manos Unidas de Ometepec Guerrero y recientemente con las compañeras de la Casa de la Mujer Indígena La Abuela Sabia de Ayutla de los libres y el Feminismo Comunitario en Guerrero. “Por supuesto que son más personas, organizaciones y colectivos. Los cambios los haremos juntas y unidas, pero si nos descuidamos como mujeres, estamos siendo incoherentes e incongruentes y nos violentamos a nosotras mismas.”

Fuera del activismo, le apasiona bailar o danzar diferentes ritmos, que su corazón vibra de emoción “al moverme como me dé la gana.”

La historia de cómo ha llegado hasta donde está es larga. “Cuando a mi abuela Cristina le preguntaban si ya me había enseñado a hacer tortillas y los quehaceres del hogar, ella respondía: mijita no nació para la cocina, ella nació para los libros.” Nadia  creyó en esa frase de su abuela y se alejó, desde muy niña, de los quehaceres que se supone debe hacer una mujer en su comunidad.

“Mi mamá me enseñó a abrir mis alas, me impulsó para volar por otros cielos; pese a que no quería separarse de mí, siempre me apoyó en mis locuras.” 

Su abuela sembraba árboles en cualquier lugar, en los caminos, ella era una niña y no entendía. “Cuando le preguntaba: ¿abuela porque siembras esas semillas en el camino y no dentro de tu corral?”, ella respondía: “Para que tú puedas comer ahora, otras personas que ni conoces sembraron hace muchos años, porque hay plantas que tardan años en dar… por eso yo siembro en el camino para que cuando otra gente pase por aquí, coman. Si las siembro adentro de mi corral, quizá no podrán entrar y comer, porque yo ya no estaré”. Por esa historia decidió ser defensora de derechos humanos y activista; para sanar sus heridas y para que otras mujeres no vivan lo que ella vivió. “Que tengan otras formas de vida, libres de violencia, independientes, autónomas y felices.”

Una persona que no tiene idea de lo que ella ha vivido, ni de los impactos de la violencia, puede empezar por amarse a sí misma, por abrazar o acuerparse con otras mujeres. Disfrutar de la vida, aprender a reconocer sus errores para mejorar. Simple y sencillamente hacer lo que le apasiona, lo que le satisface, lo que la hace feliz, para generar un cambio en su vida. 

“Sí cada mujer hace eso, entonces seremos más mujeres felices, plenas y dichosas.”

Tú puedes ayudar a construir una sociedad en la que vivamos sin miedo a ser quienes somos. Un México incluyente, en el que nadie pueda matar nuestros sueños con su odio. Un país seguro para todas las personas.

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Fátima Gamboa https://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/fatima-gamboa/ Sun, 21 Nov 2021 23:07:02 +0000 http://www.metgroup.com.mx/sinmiedoaser/?p=1070

Mi lugar está en la alegría. Fátima es una mujer que sueña con todas las posibilidades de justicia para alcanzar la felicidad, libertad e igualdad.

Para ella las justicias son espacios que nos permiten a las mujeres y personas mirar, escuchar y reflejarnos – la una a la otra- como una sola, una sola diversa, que por la historia, el cuerpo y el espacio que ocupa, puede generar alternativas a las violencias, desigualdades y discriminaciones que nos afectan. Está convencida de que desde esos espacios de la voz, escucha y sentimiento se tejen las verdaderas justicias.

Su lucha es por sanar sus dolores y resentimientos históricos:  los de la vida de su madre, sus abuelas y ancestras; su historia. Para hacerlo, comienza con ella misma: “ya no me avergüenzo de ser maya, ya no me avergüenzo de ser morena, ya no me avergüenzo de los ojos en mi rostro. Ahora, lo que veo lo amo y lo abrazo.” 

Fátima está orgullosa de recuperar su cuerpo indio, “tan bonito como la tierra y las raíces del árbol.” Sanar su historia pasa por sanar a mis abuelas aunque ya no estén. Por eso trabaja con mujeres mayas para construir juntas también historias de justicias. Sostiene que la primera justicia comienza por la nuestra y que esta es colectiva.  

Le importa sentirse tratada en justicia: con voz, valía y agencia. “No soy producto de la interseccionalidad, no soy producto de sistemas de opresión que convergen en mí. Mi lugar está en la alegría, en la dignidad de lo vivido, en la resistencia de lo que quiero transformar. A mi me gusta hablar de lo que hago y no de lo que sufro, de lo que genero y no de lo que me imponen, de mis necesidades para sentirme en justicia y no de la justicia del Estado o de la justicia que otras personas deciden para mí.”  

La justicia para ella también pasa por recuperar sus sentires, afectos y deseos hacia otra mujer. Re-existir lesbiana es hacerlo en los cuidados, la ternura y el amor: sin violencias machistas. Fátima disfruta despertar viendo los ojos de su compañera de vida, tomarse un café con ella, besar a su perro y bailar con él. Disfruta construir ideas en conjunto, debatir, repensar y reconstruir propuestas de trabajo. Disfruta trabajar con el corazón puesto en Equis Justicia para las Mujeres“hacer ejercicio y mover el cuerpo aunque no sepa bailar.”

En su camino le han acompañado sus ancestras, hermanas, vecinas, amigas, parejas y compañeras de todos sus trabajos; maestras todas de vida, mujeres diversas: indígenas, feministas, trans, trabajadoras del hogar, lesbianas, mujeres con y sin condiciones de discapacidad, comunistas, académicas y mujeres blancas burguesas que me han enseñado de la diversidad, complementariedad y sororidad entre nosotras. “De todas he aprendido y de todas soy un poco, a todas les debo ser y estar en el lugar que hoy ocupo.” 

Fátima nos recuerda que la cosecha no es para un interés individual sino para devolver, para compartir, para agradecer, pero sobre todo para vivir. Y vivir, al menos hasta lo que hoy entiende, es para acompañar a personas, denunciar injusticias, facilitar espacios, aportar a las risas, las ideas, la felicidad y los sueños de las personas y grupos que quieren y pueden (lo que mis abuelas no pudieron) construir realidades más justas, más iguales. 

“Realidades en donde las personas, al mirarnos a los ojos, reconozcamos, sin importar nuestras diferencias, nuestra humanidad y por tanto nuestros derechos.”

Su convicción es que quienes quieran justicia para todas las mujeres, quienes quieran generar un cambio, tendrán que empezar desde sí mismas y sus historias -incluso si son de privilegio- y no desde las historias, los cuerpos y contextos de otras mujeres. Invita a mirarnos con voz propia, agencia y acción.

Y también nos recuerda: “tendrán que escucharnos incluso cuando nuestras palabras denuncien sus propias violencias.” 

Tú puedes ayudar a construir una sociedad en la que vivamos sin miedo a ser quienes somos. Un México incluyente, en el que nadie pueda matar nuestros sueños con su odio. Un país seguro para todas las personas.

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